38 bolet?n de la Real ylcademia Gallega
muchos a?os de ausencia, el suelo de mi querida patria, el sentimiento
que embarga mi coraz?n en ?ste instante y que empe?a para siempre
mi profunda gratitud por tan ben?vola y paternal acogida, apenas me
deja aliento, ni voz, para significar, como deseaba, hasta donde llega
mi reconocimiento por tan se?alada honra, por tan alta gloria.
En la emoci?n que me turba y desvanece, en el temblor que me
embarga, yo apelo al coraz?n de todo aquel que se hallara en mi posi
ci?n y en estas circunstancias. Desde este sitio, se?ores, y ? las demos
traciones que acabo de recibir, todo coraz?n generoso que sepa palpitar,
por el sentimiento de la patria, no puede contestar con los labios, sino
con las l?grimas de sus oj?s..:
Recuerdo, se?ores, que en otros recintos, en m?s ?rduas circuns
tancias, y en un campo en que se ventilaban altos intereses, y se nece
sitaban otros esfuerzos y otro ardimiento; no me sent?a embargado
como ahora. No temblaba mi voz, no me faltaba el aliento, no se anu
daban las palabras ? mi garganta. Era que ten?a que pelear, que era
necesario combatir. Era que ten?a delante de mi adversarios y oposito
res. No eran los hijos de mi pa?s los que me rodeaban: no eran mis 1
amigos y conciudadanos que me festejaran y acogieran: no me hallaba
como ahora entre gracias y hermosuras, y pod?a estar sereno mi ?nimo,
y pod?a ser vehemente mi palabra. As?, se?ores, puede marchar intr?
pido ? la carga y presentarse denodado ante una bater?a, el mismo mi
litar ? quien acobarda la mirada de unos ojos bellos, y ? quien corta el 1'
aliento la palabra penetrante de una mujer querida.
Empiezo, se?ores, por declinar, al agradecerlas, el merecimiento
de estas demostraciones. Menos que nadie puedo yo considerarme be
nem?rito de las artes que se cultivan en este recinto. Soy tanto m?s
culpable para con ellas, cuanto que las he abandonado, despu?s de ha
ber recibido sus primeras caricias. Culpable de ingratitud y de deser
ci?n me confieso para con las musas, por haberme dejado ir en brazos
de otros sentimientos y en alas de otras inspiraciones. He sido como el
que abandona la esposa en el hogar dom?stico por volar al campo de la
guerra, como quien deja por ilusi?n de vana gloria realidades de amor
y de felicidad. Sirva esta confesi?n triste y sincera de escarmiento ? la
juventud generosa que rinde culto al genio de las artes en este santua
rio. Para m?, no es mas que un remordimiento est?ril. Cuando ? cierta
edad se abandona la literatura, la inspiraci?n no vuelve, por m?s que
despu?s se la invoque. Sucede con ella, al pasar ciertas crisis de la vida,
lo que al viajero que atraviesa cordilleras de nieve. Si en su fatiga se
rinde al sue?o, no vuelve ? despertar: en aquel sue?o le hiela la muerte.