?olettn de la jlcademia Galtega 34t
una vegetaci?n sensual y cspl?ndida, eon sus carballeiras, sus sal
gucirales, sus soufos a una y otra orilla, sus vi?edos y sus
pi?eirales, escalando las alturas; son se?oriales sus pazos y sus
casas solariegas, que tienen por oentinelas las hier?ticas siluetas
de los alciprestes y conservan la prestancia de sus soportales y
de sus solainas mirando al mediod?a; son anta?onas y venerables
sus bodegas, donde se guardan, como un tesoro, los excelenles y
famosos vinos, principal riqueza de la comarca, que ya eran
celebrados en el siglo xv como exquisitos, ` cuando se exportaban
a Flandes, Holanda, Alemania e Inglaterra, y que hoy han me
jorado de calidad, hasta el extremo de que 'nada tienen que envJi
diar al Burdeos franc?s, sobresaliendo entre ellos el riqu?si.mo
tostado, producto? de la treixadura, que es n?ctar delicioso para
todos los paladares y es magn?fico reconstituyente para enfermos
y depauperados.
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Tierra productiva y rica, en ella se cultivan muchas vare
dades de oereales y hortalizas, y crecen las oliveiras, los laranxeiros,
las moreiras, los limoeiros y otros m?ltiples ?rboles frutales quo
dan sabrosas ciruelas, ameixas, manzanas, couchos, figos, peras,
p?xegos, cereixas y otras diversas clases de frutas que alcanzan
su imponderable finura y exquisitez en las descomunales, jugosas
y perfumadas paveas, que no tienen rival en Espa?a, y de cuyo
m?rito extraordinario puede juzgarse con s?lo saber que el ciento
de ellas suele venderse 'a den pesetas al pie del mismo ?rbol que
las produce.
Todo el valle est? principalmente dedicado a vifdos, cuyo
follaje de varios tonos verdosos, da tonalidades peculiares al ?
paisaje, que ,adquiere en el oto?o un maravilloso y sorprendente
colorido, pues las hojas mustias de las distintas closes die cepas
presentan 'a grandes trechos manchas die rojo vivo, de morado
obscuro y de amarillo dorado, que por su raro contraste ofrecen
admirables perspectivas. El cultivo es tan intenso, que no se des
perdicia un palmo de terreno, emple?ndose los sucalcos para evitar
que las arroyadas arrastren las tierras labrant?as por las pendien
tes; y las cepas de talla arbustiva, sostenidas por estacas o alam
bradas y formando altos parrales para aprovechar el espacio de
los caminos, reclam,an del ribeirau una cuidadosa atenci?n constante
y una serie de labores que durance el a?o no tienen interrupci?n; ?