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210 jolel?n de la Real /kcademia Gallega
n?men esplendoroso servia a uno de los corazones m?s leales, m?s nobles,
m?s enamorados de la bondad y de la justicia que palpitaron en pecho
de hombre; pero la losa del sepulcro no pudo echar su aplastadora pesa
dumbre sobre la memoria de Curros, y el nombre del autor de Aires d`a
mi?a terra, triunfante de las tinieblas de la muerte y del olvido fulgura
en el cielo de la literatura gallega con tan v?vidos resplandores como el
de Rosalia Castro, y vive en esta noble ciudad de la Coru?a, cual el de
un hermano queridisimo a quien arrebat? la muerte, pero. que deja tras
s?, en el hogar antes alegrado por su presencia, imborrable estela de l?
grimas y cari?os.
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He nombrado a Rosalia Castro, y es que al evocar el recuerdo de
Curros Enriquez surge inevitablemente, necesariamente el de la autora
de Follas novas. Rosalia y Curros, son las cumbres m?s alias de nuestra
literatura; son ademas, como diria Zola, el d?o eterno, la pareja de la
mujer y el var?n en los siglos de gloria. Todas las exquisiteces del alma
femenil gallega, tan blanda, tierna y mimosa de ordinario; tan agitada a
veces por pueriles o fant?sticos temores; tan socarronamente maliciosa a
veces tambi?n, se hallan expresadas en los versos de Rosalia Castro con
insuperable perfecci?n. No hay fibra del coraz?n de nuestras mujeres,
que con su varita m?gica no haya tocado aquella hechicera. Nunca los
dolores de la ausencia y de la muerte, las melancol?as de la nostalgia, las
humillaciones de la miseria, eticontraron acentos de tan punzante y des
garradora tristeza como los que exhal? su portentosa lira.
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Y si Rosalia encarna toda el alma de la mujer gallega con sus m?l
tiples aspectos y facetas, Curros es la expresi?n de las cualidades recia
mente varoniles de nuestra raza. Trazar la semblanza de este poeta
parece cosa no dificil despu?s de tanto como acerca de ?l se ha dicho y
escrito. Y sin embargo lcu?nto falta para que conozcamos por completo
a aquel esp?ritu ind?mito, coraz?n de ni??, alma de acero, de inagotable
compasi?n para los d?biles y los perseguidos, de implacable hostilidad
para los opresores y verdugos, cuya pluma fu? aplastante maza, espada
cortadora, l?tigo azotador, pero nunca hizo oficios de pu?al que busca
entre sombras y por la espalda el coraz?n de su victima!
No tiene aun Curros Enr?quez el monumento literario a que es