244 BOLETIN DE LA BEAL ACADEMIA GALLEGA
griega ' de Ortega con la ! Crestomat??' del ilustre caledr?tico de
Granada, don Raimundo' Gonz?lez Andres,' ?no de los dos: "Rai
mundos" conocidos de generaciones 'de estudiantes, inenos
moso , que don Raimundo de Miguel. ; ?
Libro muy bien pensado, . hecho con gusto 'y ?qiiilibr?o es ` l?
Historia Universal o Profana como'la titul? Su sutor don F?r
nando` de Castro, personalidad notable;'por reflejar los contras=
tes y las s?ntesis precipitadas y e1 elegante doctrinarismo carac
ter?stico de tiempos y mejor de grupos intelectuales del XIX es=
pa?ol. Ya no se } "llevaba" Hermosilla. La 'fr?a. Ret?rica de don
Pedro Felipe Monla? sol?a ser el texto lo explic? el ilustre
Saco y Arce para el Arte literario. El mismo M?nla?`escribi?
un texto tambi?n muy difundido de` Psicolog a, 'L?giea y Etica.'
Notamos algunos de aquellos manuales por ` la ? duradera acci?n
q?e ejercieron. Muchos espa?oles supieron loda sit vida, trozos
de Fray Luis de Granada y poes??s de Garcilaso y au? poes?as
actuales y de moda en el segundo tercio del sigh) ' gracias a Ia'
Antolog?a de Barrera. En el periodo a?terior a losInstit?tos se
manejaba.la historia de Espa?a de Duchesne con'trozos en ver
so de su traductor el famoso P. Isl?. Y do i?s ?mpresiones o
reimpresiones de la colecci?n "ad usum curentulis" de los
PP. Jesu?tas de Villagarc?a d? Campob se alirnentaba La ense
?anza de los cl?sicos latinos. Era muy usado el Virgilio del
P. Petisco. En historia sagr?da el Fleury se encontraba en todos
los hogares donde hubiera salido alg?n estudiante. Otro nom,
bre indispensable en el recuerdo de la educaci?n de los j?ve
nes Universidades, Seminarios y Colegios de 1a primerami
tad del siglo fue el "Guevara". Lo recuerda Enrique Gil y ,Ca
rrasco en sus encantadoras notas biogr?ficas. Los estudiantes
pod?an aproximarse a una vision formada con reglado entusias
mo y expuesto en buen eloquio latino de la historia de la Filo
sof?a leyendo las setenta p?ginas introductorias de la edici?n
de la Tipograf?a Regia, la m?s difundida de 1833. No cita a nin
g?n autor elemental espa?ol el diligente sacerdote mexicano ? y
s? dos p?rlugueses Monteira y el discutido Verney. Reserva sus
mejores elogios a Leibnotz y le atrae, como a un atento lector del
P. M. Feij?o podia cautivarle la pol?mica de cartesianos v new
tonistas... tin esp?ritu "ciceroniano" preside en el pr?logo. Le