296 Dole?n de la Real ylcademia Gallega .
Reguera; el Romance, de J. Antonio Torrado...). Cierto es que por aquel
entonces el portugu?s, variante de nuestro idioma, ya consagrado por
Camoens, era a?n cultivado por numerosos escritores, (Rodr?guez Lobo,
Mascare?as, Sor Violante do Ceo, Pedro Salgado, Fray Luis de Sonsa,
Fray Antonio de las Llagas...), pero en gallego casi no se escrib?a desde
el siglo'xv en que finaran las postreras derivaciones d?, la gran floraci?n
tr?vadoresca
Esta decadencia, si bien justificada por significar una primac?a
cronol?gica, no puede menos 'de ser dolorosa al entra?ar, el que como
dice N??ez Gonz?lez, ninguno de los poetas que florecieron en Galicia,
con posterioridad al siglo de Juan Rodr?guez, (Berm?dez, Trillo de Fi
gueroa...), ?tuvo el valor de escribir una sola composici?n, o, cuando
menos, de publicarla, en lengua tan armoniosa, tan dulce y delica
da? (1).
Y no es que en Galicia faltasen poetas, pues, las fiestas literarias
celebradas en Santiago, en conmemoraci?n de Fonseca el Grande, en
loor de San P?o V, en su . canonizaci?n, etc., demuestran que por lo
menos exist?an versificadores, seg?n el gusto de la ?poca, ni es que el
gallego dejase de hablarse, pues cerca estaba a?n el siglo en que Do?a
Mar?a Alvarez de Sotomayor (2), se negaba a firmar documentos escri
tos en castellano por que no los entend?a y el gallego sigui? us?ndose
familiarmente es cierto, pero vulgarmente hasta nuestros d?as. Es sim
plemente que el nudo centralista yl ?a vanid? dos desleigados exten
dieron la creencia de su ineptitud para fines m?s altos que el regocijo
popular o las expansiones del hogar, por eso, se maravillaron en tiem
pos`posteriores ante el misterio de las frases del Marqu?s de Santillana,
?qualesquier desidores...?, que descubr?a a sus ojos el P. Sarmiento.
Ante todo hemos de hacer notar dos particularidades referentes a
la poes?a que hemos hallado, a saber, primeramente la aceptaci?n en
que fu? tenida por la gente de entonces, ya que en 1678 o sea, cin
cuenta a?os m?s tarde (por lo menos), se copiaba en las guardas de un
libro como cosa . digna de ser notada, y, en segundo lugar, su sabor
popular?simo, ya en las locuciones, (eu non vin tal entrem?s, ora pesa tal
conmigo, con perd?n, gente da milla lan, das o mundo en que entender,
?ballame nosa Se?ora!, ja Le?o dito..), ya en la manera de present?rse
nos el autor como un buen labrador decidor, con sus riberetes de pi
caresco, (oyn agora crego desta maneira, deciao el meu aboo, ajo de
(t) ? N??ez Gonz?lez, Monograf?a sobre la poes?a popular gallega, p. 59.
(2) L?pez Ferreiro, .4 tecedeira de Bonaval, 2895, p? 44?