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48 ?delta de la?Real $cademia Gallega
Ney ordenaba y hac?a ejecutar las tn?s crueles disposiciones en Cambre
y San Pedro de Nos, ? consecuencia de haber aparecido tres cad?veres
de Foldados franceses, que, sin duda alguna, serf an merodeadores de los
muchos que polulaban por las aldeas inmediatas. El Mariscal, con fiero
teson, llev? ? cabo el saqueo ? incendio de cien aldeas y casas aisladas,
como tambi?n el fusilamiento de unos cuantos ancianos y paral?ticos
de ambos sexos, que no pudieron huir al aproximarse aquellos v?nda
los modernos.
Estas ejecuciones no dieron resultado para el fin que se propon?a
el Duque de Elchingen, pero fueron la causa eficiente del cruento he
cho que vamos ? narrar brevemente y que comprobar? el odio terrible
de aquellos aldeanos ? los invasores y la venganza atroz y sangrienta
que perpetraron, reproduciendo con ella unas ?V?speras Sicilianas? en
Galicia, en cuyo hecho le toc? tambi?n ? la sangre gala correr en abun
dancia.
*
En varias aldeas, que a?n hoy forman parte del partido judicial
de Betanzos, hab?a alojados dos escuadrones del Tren de artilleria del
? cuerpo de Ney, distribuidos entre Carres, Cesuras, Mandayo, Trasan
quelos, Loureda, Dordofia, y m?s aldeas inmediatas, cuyo efectivo, se
g?n pronto veremos demostrado, era de 200 hombres y 200 caballos,
los cuales de pronto y sin dejar rastro, desaparecieron como si realmen
te hubiera un arte m?gico que con los soldados franceses hubiese extre
mado su siniestro saber.
Hemos desechado en este asunto toda versi?n espa?ola para dar
cabida ? lo que el general Jomini, jefe de Estado Mayor ? la saz?n del
Mariscal Ney, dice en su notable obra Estrategia (1), narraci?n de gran
valor hist?rico y que quita toda duda sobre tan terrible hecatombe.
?Cuando el cuerpo de Ney,dice Jomini,?reemplaz? al de Soult en la
?Corufia, acanton? entre ?sta y Betanzos dos escuadrones del Tren de'
?artiller?a, en medio de cuatro brigadas, que distaban de aquel pu?to
?unas dos 6 tres leguas, sin que en un radio de otras veinte se supiera
?de ninguna tropa espa?ola, y sin embargo, inesperadamente desapa
Arecieron los hombres y los caballos de dichos escuadrones, sin que
?pudieramos averiguar el camino que llevaron, hasta que por un cabo
?herido, que se pudo escapar, se supo hab?an sido degollados por los
(2) En el cap?tulo Confidences.