ido Bolet?n de la Real Academia Gallega
infortunio l? ocurre porque su precioso manuscrito es sustra?do y su Par
naso s?lo se publica veinte a?os despu?s de su muerte.
Estudiando a continuaci?n las 'fuentes de la inspiraci?n l?rica del
poeta refi?re el narrador las complicaciones y suposiciones abordadas por
los diferentes estudiosos que se ocuparon de ese tema.
Catalina de Ataide, la ?Natercia? de las poes?as l?ricas de Camoens,
supusieron muchos que ha sido la ?nica figura de mujer que ha motivado
la inspiraci?n del glorioso poeta lusitano, pero aun aceptando tal creencia,
hubo varias Catalinas de Ataid?.
Despu?s de un sutil an?lisis acerca de las tres damas de ese nombre,
se?ala D. Eugenio de Castro que la ?Natercia? de Camoens no es otra
que la hija de D.Antonio de Lima y D.a Mar?a Bocanegra.
Describe la figura de Camoens, hidalgo pobre, car?cter bohemio,
hombre sin porvenir visible, y se?ala su primer destierro en 1546 como
un hecho preparado por D. Antonio de Lima, para apartar a su hija de
un amor que consideraba poco provechoso.
Seguidamente cita las investigaciones de ;.Te?filo Braga acerca de
todos los anagramas femeninos usados por el poeta,y que sibien es cierto
que no respond?an todos a la misma persona, toda vez qne est? probado
que no fu? Catalina de Ata?de la ?nica amada de Camoens, no se puede
en cambio afirmar que cada uno corresponda a una mujer.
Al fin, despu?s de un interesante estudio acerca de algunas de las
musas inspiradoras del poeta, tales como Sibelle y Dinamine, concluye el
doctor Castro por desistir de recomponer con exactitud cient?fica la bio
grafia amorosa de Camoens, no s?lo porque faltan documentos hist?ricos,
y estos jam?s pueden ser sustituidos por suposiciones m?s o menos imagi
narias, sino tambi?n porque aunque tal reconstituci?n fuese posible, la
humanidad poco se lucrar?a con ella, y en cambio perder?a mucho; quiz?
la obra de Camoens.
Hay obras de arte ?afirma el orador?, cuyo encanto deriva no s?lo
de su propia belleza, sino tambi?n del misterio que las envuelve, siendo
igualmente cierto que en la vida de los mayores poetas, por muy, po?ti
camente que hayan, vivido, hay siempre circunstancias prosaicas, cuya
divulgaci?n perjudicar?a el efecto art?stico de sus obras.
?Por m? ?concluye el erudito orador? confieso que jam?s me
consolar? del. disgusto que tuve cuando vine a saber que la esposa del
Petrarca no era la Laura que ?l cantara, Bin? una pl?cida matrona que le
hab?a dado once hijos.
La conferencia de Eugenio de Castro, lecci?n interesante y bella pieza
de impecable prosa, fu? premiada con una larga y calurosa ovaci?n..