Bolet?n de la Real Mademia Gallega 245
Pero ?aqu? de .nis dudas' Exam?nese atentamente la fotograf?a. Un
caballero galopa solo en el centro ? cuasi en el centro del relieve; se
guidamente se 'desarrolla un episodio cuya representaci?n he, podido
descifrar despues`de largo y atento examen; pero no as? su simbolismo;
que no veo por parte alguna. La escena se reduce ? un lance de caza.
Un jabal?, acosado por varios monteros y perros, derriba ?"hiere ? uno
de los cazadores, hace dar una voltereta ? un mast?n, 'y sigue su veloz
carrera; un m?ntero toca una trompa y otro parece disponerse ? soco
rrer al compa?ero herido por los colmillos de la fiera; un ?rbol repre.
soma el bosque. El otro extremo de esta faja est? ocupada por otro`ca
ballero y varios servidores que le siguen. Cierra la composici?n un
?rbol con un p?jaro. Tal es el relieve del muro de la ep?stola, y el que
con mas inter?s han mirado arque?logos y artistas. El relieve de la faja
del muro del Evangelio, no ofrece nada de particular: en ?l represent?
el escultor la primera etapa de la cacer?a.
Transpongamos con la imaginaci?n, para evitarnos las molestias de
un, fatigoso viaje, las bravas monta?as que forman parte de la cordi
llera Ib?rica y que separan la provi.icia de Lugo y la leonesa de As
` turias, y deteng?monos en el Monasterio de Villanueva, obra del siglo
xii y fines del xr. En un capitel de la portada, hay esculpido un curio
s?simo asunto relacionado con la monter?a. Una dama se asoma ? una
? torre; un caballero seguido de sus perros se despide de la dable; vade
cazer?a. La dama llora; el caballero, no ha de volver con vida ? sus
brazos.
Como puede observarse, todas estas escenas de monter?a, ex
ceptuada la del cofre palentino, (si tal cofre no fu? trabajado para uso
lit?rgico, que muy bien pudo ser), se encuentran en monumentos de ca
r?cter funerario y religioso. ?Tendr?n efectivamente car?cter simb?lico?
Aqu? de mis dudas y vacilaciones, tanto m?s acentuadas cuanto mayor
es la autoridad de los que, corno mi venerado maestro Murgu?a, pa
recen inclinarse ? aceptar lo del simbolismo.
Realmente, las cuatro fases de la luna y adem?s las rosas, que
componen el relieve que da ? poniente, del templete ? lucernario del
cementerio de I\Toya, indican algo que se compagina con las fases de
la existencia humana, y nos lleva ? pensar en las creencias de ciertos