? FDoiet?n de la Real 54cad'emia Gallega
No cabe, pues, duda alguna que se trata de una arma caracteristica
del hallstattien, ? sea del primer periodo del hierro, pues que esta for
ma de antenas encorvadas viene d?ndose por los arque?logos como
exclusiva de esa ?poca inmediatamente subsiguiente ? la del bronce.
Algunas, tales como las que los hermanos Mortillet muestran en su
famoso Mus?e Prehistorique (figs. 909 y 910), presentan las antenas
terminando enrolladas en espirales discoides, y otras en'vez de presen
tar antenas encorvadas, ofr?cenlas (igualmente que las guardas) recua
dradas, ? manera de bidentes, con botones terminales, cual la del t?
mulus de Avezac (Altos Pirineos) que se conserva en el grandioso museo
francs de SaintGermain. En el tomo IV de la Historia Universal
alemana dirigida por G. Onken, p?g. 22 de la edici?n espafiola, (fig. 38)
exh?bese una espada de hierro provinente de las tumbas de Hallstadt
(Austria), que es de cuantas conozco una de las que m?s se aproximan
? las del tipo gallego. El Sr. Villaamil ya hizo al efecto notar el pare
cido de su empu?adura con las del c?lebre y cl?sico cementerio que
da nombre ? la ?poca arqueol?gica.
Pero los pu?ales hallstattiens m?s semejantes`? los de nuestra regi?n
son los dos, B' 12 y B' 13 del,Museo de Artiller?a de Paris, comprendi a>
dos en el Cat?logo correspondiente, bajo el n?m. 7643, seg?n tuvo la
bondad de comunicarme el Sr. Villaamil y Castro. El primero de ellos,
cual el mfo, tiene la empuriadura de bronce y la hoja de hierro, termi
nando las ramas divergentes del porno con remate de plato; en cambio
el segundo es todo de hierro y los remates de las antenas son cil?ndri
cos coin.o los de la empu?adura ortigueiresa.
La mayor variante que ofrecen las empufiaduras gallegas del halls
tadt, en relaci?n con todas las atr?s indicadas, consiste en la caida ?
prolongaci?n hacia abajo de las guardas, pues que en las nuestras des
cienden bastante, abrazadas ? la hoja, mientras que en las otras solo
cifien la base de la misma, afectando disposici?n de creciente lunar.
Una de las cosas que principalmente llama la atenci?n de todas
estas empufiaduras, es las reducidas dimensiones que alcanzan, y como
el hecho rep?tese en muchas regiones europeas, donde quiera que apa
recen armas de aquellos lejanos per?odos de la historia, ello demuestra
que cualquiera que fuese la forma de empu?arlas, las manos encarga
d?s de hacerlo eran sumamente peque?as; c?rcunstancia que tambi?n
se observa en las de la anterior civilizaci?n del bronce. Cartailhac dice
? este prop?sito que puede suponerse que agarrasen el arma contra la
hoja, dejando el pufio fuera de la mano, pero yo conceptuo poco vero
s?mil esta soluci?n.