ffEz BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA 167
Menage, o la Macarronea de Te?filo Folengo, con la que este
?ltimo pone en circulaci?n la palabra "pedante", que hoy tanto
se prodiga, pasando por obras filos?ficas entonces recientes, as?
Humano entendimiento de Locke y Op?sculos de Fontenelle.
Y no omite a Erasmo de Rotterdam, entre otros, demostrando
amplitud de criterio.
Pero el destinatario ha de ser "una biblioteca p?blica" o "el
particular que tiene buen gusto y mucho dinero", nos dice en
"Biblioteca selecta" 3?. Es bien sabido que en el siglo XVIII a?n
no hab?a llegado a tener acceso seriamente, al libro m?s que
un sector muy limitado de la sociedad, una verdadera ?lite cul
tural, a pesar del esp?ritu de la Ilustraci?n y los nobles esfuerzos
de los "amigos del pa?s".
Advierte, que "por haberse formado este cat?logo para Caba
, llero que profesa Jurisprudencia, C?nones e ?Historia, no se ind?
caron aqu? los libros de estas facultades, corno, asimismo, ni los
te?logos y moralistas, sermones varios, vidas de beatos, como ser
mones de honras, libros geneal?gicos, etc., todos muy obvios;
tampoco se han puesto los poetas vulgares" 31. Pero no deja de
dar informaci?n bibliogr?fica sobre todas las materias, de modo
que no le falta espacio para mencionar incluso los cancioneros
galaicoportugueses y lemosinos o catalanes.
A fines del siglo XVII y durante el XVIII, la producci?n de
libros era grande y produc?a cierta sensaci?n de ahogo. Mac Lu
han recuerda esto y cita a Leibnitz, quien, en 1680, escrib?a: "Me
temo que continuaremos durante mucho tiempo en nuestro ac
tual estado de confusi?n y miseria, por nuestra propia culpa.
Temo, incluso, que tras haber agotado in?tilmente nuestra cu
riosidad sin obtener en nuestras investigaciones ninguna ventaja
apreciable para nuestra felicidad, las gentes lleguen a sentir
disgusto por las ciencias y que una desesperaci?n fatal pueda
determinar la vuelta a la barbarie. A este resultado puede con
tribuir mucho esa terrible masa de libros que contin?a aumen
tando. Porque, al final, el desorden se har? casi insuperable; la
infinita multitud de autores pronto los expondr? a todos al peli
gro del olvido universal; el af?n de gloria que anima a muchos
que se dedican al estudio cesar? s?bitamente; quiz? ser escritor.
Ibid., p?g. 135.
3'1 Ibid., p?g. 172 (nota).