$olet?n de la Ikea( Academia Galtega 17
,En las estrof as del gran Heine hall? la confirniaci?n de su
gran , intuici?n art?stica en la que deb?a ser la l?rica y coms ella
la entend?a. Por lo dem?s, hay mayor soltura y libertad en las
?., rimas de Follas que en las de B?cquer y que en el Intermezzo
de Heine.
Las contrariedades sufridas en vida por la gran poetisa ga
llega, tienen hoy su compensaci?n, siquiera aquella santa y resig
nada mujer no haya podido gozar de ella. Si discutida y comba
tida cuando apareci? su libro; si durante muchos a?os su labor
de renovaci?n en la l?rica castellana fu? desconocida por muchos
y no se :le hizo la justi?ia ampl?sima que merec?a, hoy es ilegada
la ?poca ?1e reparacion
Son varos aquellos a. quienes es debida tan noble empresa; y
gracias a estos esp?ritus generosos, Rosal?a es juzgada y se la tiene
como uno de los m?s grandes poetas l?ricos espa?oles del 51
? glo xix.
Ya se la cita en todos los tratados e historias literarias en el
lugar que merece, cuando antes nadie o contad?simos eran los
que lo hac?an. No se explican muchos cr?ticos modernos como es ?
posible que el olvido haya envuelto inj?stamente, y por tanto
tiempo, ' el nombre de Rosal?a 'como l?rica castellana, y ?spe?ial
mente que el Sr. Menendez Pelayo haya dej ado de incluirla en su
antolog?a Las cien mejores poes?as l?ricas de la lengua castellana.
El olvido ya no existe: est? reparada la injusticia. Una voz
ardiente y juvenil, que toda noble empresa halla siempre acogida
1 ! en las almas elevadas que despiertan a la vida, fu? la primera en
esta santa cruzada.
Cuando todos declamaban o cantaban, ella se atrevi? send
, ? llamente a hablar. Cuando todos cincelaban el verso, ella dejaba
*a los suyos un no s? qu? de flojo y espont?neo, que fu? como
?embalsamarlos para que conservasen m?s tiempo la poes?a.
Cuando todos se ce??an al endecas?labo y al octos?labo, con los
?otros versos que desde siempre se les combinaban, y a lo m?s
?empleaban el alejandrino zorrillesco, rico de acentuaci?n, rotundo
?y sacudido, ella adoptaba metros inusitados y combinaciones nue
*vas Hay que dar a Rosal?a, entre nuestros poetas, un lugar
?eminente. Hay que reconocer que nadie como ella fundi? su es
, ?p?ritu en el crisol de la estrofa, y que de la abundancia de su
i ? inspiraci?n nacieron extraordinarias adivinaciones m?tricas. Y los
?poetas de hoy han de ver una precursora en la mujer ex