16 Doletln de la Real Academia 'Gallega
de la musa galiega, es el. amor ,a.; la patria. Esto, que es. la ca.
racter?stica de los poetas del Norte, es natural, intuitivo, por de
cirlo as?, en los poetas; gallegos, pues tenemos el mismo origen que
aqu?llos y son unos mismos ideas, sentimientos y afecciones.
Podr? haber, y, hay indudablemente, grandes analog?as ?entre
? la inspiraci?n de Enrique Heine y la de Rosal?a Castro. Pero,
? ?se trata de un escritor que ha imitado a otro, o de dos escritores
?dotados de facultades similares? Guard?monos de comparaciones,
? c?modo recurso para explicar por conformidades, diferencias y
? contrastes, lo que se debe apreciar consider?ndolo aisladamente,
?atendiendo a sus cualidades propias. Comparar poes?as es algo
? as? como comparar Flores, en vez de admirar cada cual por su
?belleza; . aunque las haya de un mismo color, los tonos y matices
?var?an hasta lo infinito; todas son, por decirlo as?, individuales,
?y ofrecen diverso espect?culo a los ojos: de igual suerte la Na
? turaleza ha infundido a las almas po?ticas inspiraci?n distinta.
?Mayor honra se hace a Rosal?a Castro probando que tiene per
sonalidad propia, que no rebuscando, en coincidencias f?ciles y
?frases desglosadas, el parecido, de sus obras con las de Heine.
?Acostumbr?monos a respetar la riqueza mental de cada escritor,
? sin husmear lo que unos a otros se tomaron recordemos que,
?deparando a todos la vida casi las mismas fuentes, no ha de dife
?rir gran cosa el sabor que las aguas les dejen en el paladar? (1).
Cuanto a la forma, no es ya nuevo que en Galicia se rompa
con antiguos y cl?sicos moldes, abriendo m?s amplios horizontes a
la poes?a nacional. D?ganlo nuestros 'antiguos Cancioneiros.
Rosal?a no copi? a Heine y menos a B?cquer. Aparte de que,
si el ?ltimo en la serie de los publicados, fu? En las orillas del Sar,
escrito con mucha anterioridad a las obras gallegas, podemos ase
gurar, aun corriendo el riesgo de no ser cre?dos, que a B?cquer no
lo ley? jam?s nuestra Rosal?a, ni hubo entre ellos la amistad que
nos dicen. Como no lo ley? no lo conoci? siquiera.
Una serie de circunstancias que ser?a prolijo enumerar, se lo
impidieron. Cuanto a Heine, s? : su conocimiento se lo debi? al
que fu? su esposo; jam?s hizo ella la traducci?n de la versi?n en
franc?s que se le imputa. La lectura y conocimiento de Heine no
hicieron sino afirmar a Rosal?a en el camino firme y seguro que
hab?a ya emprendido antes de leer al poeta alem?n.
(1) OCTAVIO Prc?N. Contestaci?n al Sr. Gonz?lez Besada, p?ginas 81 y 8
.
?
8