272 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
en cambio, mi atenci?n: el gran benedictino Fr. Benito Jer?
nimo Feij?o, y a ?ste me propongo estudiar, no precisamente
en orden a alguno de esos tesoros m?ltiples de ciencia que
t?cnicamente archivan su labor cicl?pea animando abstrusos
transcendentales aspectos de la luminosa enciclopedia ence
rrada en el monumento sin par de sus escritos ?ternas adap
tables nada m?s que a especialistas familiarizados ya con si
milares problemas en el campo de explotaci?n de los moder
nos adelantos cient?ficos? sino tle algo muy modesto y hu
milde en su enunciado, pero que aun as?, a vuestra indulgen
cia me obliga a acudir, reo cual soy de temeridad y audacia
en aventurarme a alzar tan por arriba estos mis pobres ojos
enfermos, cuya miop?a cultural hasta en claroobscuros de
crep?sculo literario ? ? tan d?biles son!? experimentan cega
dores colapsos de deslumbramiento.
Dejando, pues, a otros seres privilegiados la misi?n de
penetrar a fondo y traernos luego a plena luz la quinta esen
cia, dig?moslo as?, de sus fundamentales conceptos en los ra
mos m?s sustanciosos del saber, debo yo limitar mis observa
ciones a lo que en su gesta se descubre como accidental y ex
terno, pues lo ve y aprecia de por s? todo aqu?l que tenga,
pupilas en el rostro para aprisionar con la retina las cl?usu
las, y pupilas en la inteligencia para sorprender lo que en
? ellas haya de sugestivo respecto a la estructuraci?n de esas
mismas cl?usulas, y pupilas, asimismo, en el coraz?n para
embeberlas en las luminosidades de belleza, de ternura, de
sentimiento, que, como savia confortadora las animan, pene
trando su urdimbre e infundi?ndoles elasticidad, transparen
cia y jugosas y ,exqu?sitas y blandas conformaciones de dic
ci?n y de l?xico.
En una palabra, en vez de exponeros lo m?s hondo y su
blime y vasto de los conocimientos cient?ficos del gran Fei
j?o, en lo que tienen de m?rito personal y en lo que tienen
tambi?n de subyugadoras eficacias docentes para el p?blico,
habr?is de contentaros nada m?s con que os hable del ro
paje en que estas lecciones se enfundan y de la cantidad de
elementos ling??sticos de que el monje de Samos se vali? para
ataviarlas y prestarles gracia y colorido en los dominios del
bien decir, de igual modo que en los del bien pensar les ata
vi? y les prest? .soplo creador su genio. S?lo as?, vali?ndose d