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270 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
? va, a quien vengo a sustituir a vuestro lado, D. Jaime Sol? y
Mestre.
Trat?rase no m?s de un escritor de renombre, atildado y
castizo en la forma, espejo y gala de la literatura patria, y
motivo de sobra tendr?a ya esta Real Academia para vestir
de luto por su p?rdida, al verse ayuna ahora del concurso e
iniciativas de tan preclaro ingenio. Pero es que Jaime, Sol?
?dig?moslo bien alto? tiene, adem?s, para nosotros una ma
yor representaci?n, pues activ?simo de suyo y con esp?ritu
irrefrenable de propaganda en el desenvolvimiento de su ac
tuaci?n, puso constantemente ambas modalidades del esp?
ritu a servicio y para honor de nuestra patria chica, cifrando
su orgullo en ser como portavoz en la Prensa y alentador de
nuestra cultura regional, sin por eso prescindir de la de la
naci?n, a la cual consider? siempre ligada la nuestra con tra
baz?n indisoluble de unidad, d? florecimiento y de destino.
No es otra, enefecto, su misi?n literaria, ya le considere
mos como redactor de El Globo, de Madrid, cuando sus pri
meros`tiempos de vida activa, ya como corresponsal despu?s
de gran n?mero de peri?dicos de la capital y del territorio,
ya, en fin, como fundador y director del diario El Noticiero
de Vigo y de las revistas Poquita Cosa y, sobre todo, Vida Ga
llega, a la que ninguna otra super? nunca en difundir por Es
pa?a y Am?rica espa?ola, en art?culos, poes?as y gr?ficos,
nuestras glorias, nuestra industria y nuestras artes. Si, fuera
de Galicia, son conocidos sus paisajes, sus poblaciones, sus
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tante y bien organizada de Jaime Sol? se debe, en gran parte,
no menos desde las p?ginas de Vida Gallega, que por medio
de conferencias ilustradas, a trav?s de casi toda Suram?
rica, durante un triunfal recorrido transoce?nico de propa
ganda verificado en 1911 y 1912. Y por si todo 10 dicho no
bastara para mostrarnos de lleno cu?n hondamente nuestro
llorado Acad?mico sent?a y divulgaba por doquiera lo refe
rente a Galicia, ah? est? pregon?ndolo su comedia El Diputa
do y ah? sus novelas Mala Sombra, Anduri?a, El Alma de la,
aldea, etc.,, en cuyas descripciones se reproducen, palpitantes
de sano realismo, otras tantas facetas diversas de las costum
bres y maneras de, ser del terru?o. Puede, en fin, asegurarse
sin hip?rbole que en este punto nadie super? a Jaime Sol?, y.
que tarde o nunca descubriremos, entre nuestros literatos pro