oletln de la Real $cademia Gallega 73
De todo su ser emanaba profunda simpat?a. De nobles ademanes,
graciosa por naturaleza y suelta en todas sus attitudes, su dulce voz
aumentaba, m?s que su belleza f?sice, realzada por un busto promi
nente, lo interesante de su figura y se hac?a cada vez m?s atrayeute
en el trato por su afabilidad y sencillez.
Los que tan s?lo la recuerden por el retrato que de ella conocen
?pues siempre fu? refractaria a reproducir su imagen encontrar?n
hasta diferencia entre lo que fu? en realidad y lo que de ella aparece.
Por eso el ilustre Azor?n, ese enamorado de la memoria de Rosalie,
pudo escribir: ?Al contemplar su retrato, los que no In hemos conoci
? do, nos figuramos una mujer sensitive y melanc?lica. Tiene el poeta
? unos ojos expresivos; su boca es grande; unos rizos caen sobre la
? frente,. y en el gesto, en la inclinaci?n de la cabeza, en la mirada, en
? las comisuras de la boca, flota un ambiente de resignaci?n, de triste
? za, de anhelo insatisfecho? (1).
Este retrato se hizo un afio antes de morir Rosalia y cediendo a
los deseos de sus hijos que quer?an poseerlo. Ella, refractaria a que. se
reprodujera su imagen, no quiso privar de este gusto a los que tanto
adoraba (2).
Nadie at verla, poco antes de an muerte, podia figurarse que esta
ba herida tan gravemente, pues su aspecto no denunciaba in terrible
enfermedad que hab?a de llevarla al sepulcro.
Era su trato, como mujer be??vola y sencilla, todo bonded y
ternura, especialmente para con los humildes, y predispuesta al perd?n
para todo defecto ajeno, como alma cristiana.
Modesta y afable, enemiga de brillar, y lejos de toda ansia de
exhibici?n, no ambicionaba los elogios ni que le rindieran pleites?a;
pero fuerte y en?rgica, a pesar de su debilidad, para todo infortunio y
pare toda injusticia u ofensa a su dignidad.
Revela bien su car?cter el siguiente sucedido. Durante una de
las frecuentes ausencias de su esposo, motivadas por sus trabajos de
ipvestigaci?n hist?rica, corrieron alarmantes rumores acerca del estado
cie salud y de recursos de Rosalie y su familia. Conocidos en la Ha
bana, el patri?tico Centro Gallego dispuesto siempre a toda obra gran
(1) Art?culo sobre Rosah a de Castro.
(2) En la reproducci?n a que aludimos del mismo se ve en lo alto at malogrado Ovi
dio, a quien tiene abrazado su padre. La muerte impidi? que Galicia contase con el paisajista
que espera para revelar sus m?ltiples bellezas. Puede verse dicha reproducci?n en el n?mero
125 de este BoLSrfx, a?o de 1918.