40 , ?olettn de la 'Real jtcademia Gallega
En esa noche de pleites?a a la memoria del ilustre poeta Pondal; en esa
velada art?stica en la que se aplaudieron, con delirios de ovaci?n hermosas
poes?as del extinto poeta, hubo una parte que sobresali? no tan s?lo por la im
portancia de lo que se interpretaba sin? principalmente por la maestr?a de su
int?rprete.
Me refiero a la parte de piano que ofreci? la ilustre concertista gallega,
Sra. Mar?a Mu?oz de Quevedo, primer premio del Real Conservatorio de Madrid,
y premio extraordinario del de C?diz, con las hermosas 'producciones, preludio
?pera 28 n?mero 15 de Chopin; dos danzas espa?olas, de Granados; gran estudio
de concierto, de Rubinstein.
De que sus dotes y cualidades art?sticas son insuperables y de que su maes
tr?a est? en el plano de la mayor competencia, lo acredita el juicio cr?tico que
hemos recogido acerca de la Sra. Mu?oz de Quevedo, entre los profesionales.
He aqu? el concierto de su ejecuci?n y de su arte acerca de los n?meros
apuntados anteriormente.
En el preludio de Chopin, conocido por el de tia gota de agua?, alcanz? una
irreprochable y espiritual expresi?n.
El contraste intens?simo entre la ternura melanc?lica de las primeras frases
y las espl?ndidas sonoridades de la parte central,, fu? subrayado por la artista
con sumo gusto y gran pureza de dicci?n, sin necesidad de apelar a esa especie
de efectismos tan frecuentes en la interpretaci?n de Chopin, que m?s que acen
tuar la nota rom?ntica de la obra, llevan ?sta hacia las fronteras de lo cursi, si
es que esta palabra puede usarse en materias musicales.
Un alarde de subjetivismo expresivo culmin? en las dos danzas de Granados,
escogidas con un gran acierto, entre las doce que dej? el malogrado m?sico
espa?ol.
Hay algo del desgarro goyesco en la danza n?mero tres, en la que un sen
tido aire de tonadilla del siglo xviii, se insin?a entre los motivos de un canto
popular andaluz.
Tanto esta danza como la n?mero dos, la m?s bella, tal vez, de todas, fue
ron dichas con un arte al mismo tiempo justo y expresivo.
Por ?ltimo, el gran estudio en sol mayor de Rubinstein, obra llena de difi
cultades t?cnicas y que raras veces se oye en los conciertos, para cuya ejecuci?n
despleg? la artista un virtuosismo fulgurante, pues las dificultades parecen
acumularse hasta hacerse poco menos que invencibles.
De la nitidez y de la insuperable calidad de sonido que obtiene en el piano
la Sra. Mu?oz de Quevedo, podr?a decirse mucho en su favor. .
Baste s?lo decir que rara vez se a?nan estas dos preciosas dotes en un mismo
temperamento art?stico.
Un sonido robusto y brillante, unido a una exquisita y refinada delicadeza
a un arte caracter?stico para expresar los m?s espirituales. matices y una com
prensi?n inteligente para sentir las obras que ejecuta. hacen de la Sra. Mu?oz
de Quevedo, una refinada artista del piano y una virtuosa de primera categor?a.
Su exquisita labor fu? premiada con estruendosos aplausos que la hicieron
salir repetidas veces al palco esc?nico.
Por su merit?simo concurso en esa funci?n a Pondal, la Asociaci?n Inicia
dora y Protectora de la Real Academia Gallega le envi? con fecha doce del mes
actual la siguiente laudatoria comunicaci?n: