jolel?n de la 'Real $cademia Gallega 165'
Santiago y la Coru?a, fuesen los primeros a hacer frente al enemigo.
Conforme ?ste : avanza por Galicia, cual reguero de p?lvora cunde la
insurrecci?n, y el franc?s se ve hostigado continuamente por nuestras
? guerrillas, que los atacan con escarnizamiento.
Toda' cuanta partida francesa se internaba por Galicia, era batida.
Postas, correos, toda clase de noticias, porbien escoltadas que se enviasen,
eran acometidas, y el ej?rcito franc?s ten?a que fraccionarse para atender
a todos lados, siendo asi m?s ficilmente batido y destrozado en sus ex
tensas y simultaneas correr?as y empresas, que no lo dejaban descanser.
Compa??as enteras desaparecian sin dejar rastro. (1)
Contrasta esta valiente y decidida campa?a del paisanaje gallego,
acuadillado por su clero y nobleza, con la conducta de cierta parte del ,
ej?rcito regular.
Los guerrilleros gallegos desconfiaban de los militares y odesprecia
?ban los ej?rcitos reglados que sufrian continuadas derrotas y dispersiones
?inauditas, convirti?ndose sus restos en gavillas de ladrones m?s terribles
para los pueblos que.los enemigos franceses. m (2)
Un cuerpo de soldados espa?oles que estaba en la frontera de Astu
rias, pudo hacer mucho da?o al trances; pero, lejos de ser asi, nuestros
valientes campesinos tuvieron que batir a los que, antes que.ayudarles,
se entregaban a violencias m?s perjudiciales que las del com?n ene
migo. (3)
XXII
El pals gallego, despu?s de sus anteriores sacrificios, con el enemigo
profanando el suelo de la patria y posesionado de gran parte del territo
rio, hall? nuevos alientos para sus energias, y sin temer venganzas ni
(1) V?ase ADRIAN? LOPEZ Moa11a.o; Monograf?a sabre la desaparici?n de dos escuadro
nes y que ya dejamos citada.
(2) MART?NEZ SALAZAR. Obr. cit.
(3) No eran grandes partidarios de los guerrilleros, los jefes de las fuerzas regulares.
En Febrero de 1809 lleg? a la villa de Triacastela (Lugo), Martinengo, uno de los jefes de las
tropas del marqu?s de la Romana, .reuniendo dispersos y prohibiendo a los paisanos, bajo
graves penas, de que hiciesen cara a los enemigos, oblig?ndoles a que entregaran las armas
que ten?an. Fu? por entonces prec?s? obedecer a este mandato: pero al retirarse Martinengo
con los soldados que le acompa?aron, y al ver los paisanos que los enemigos les quemaban
Triacastela y el lugar de Fontaneira, volvieron a armarse de nuevo como pudieron, bien des
enga?ados de que en ellos s?los debian pender la defensa del pals.. (*)
Desgraciada Galicia, si as? no hubiera hecho: el invasor hubiera gozado tranquilamente
de su posesi?n o el reino no se veria libre del enemigo ni de los horrores de la guerra, s?lo
Dios sabe hasta cuando.
(') Consideraciones pnerales, etc., p?gina x59, tomo VI,