390 jolet?n de la Real 5lcademia Gallega ?
en forma de ocho, no deja lugar a duda, tambi?n, como los repetidos
? de Almoster, terminan en ganchos sus puntas (1).
Que este collar ortegal?s y la mayor parte de los exhumados hasta
ahora en los f?rtiles campos gallegos, no sean de metal retorcido como
aquellos de que habla Dionisio de Alicarnaso, seg?n recuerda Villaamil,
y como los dedos guerreros que en los siglos iv y in antes de J. C. asal
taron a Italia, que de una sola vez abandonaron a los romanos vence
dores un espolio de mil y quinientos torques de oro; ni como los torques
reservados a los centuriones, suboficiales y soldados (habitualmente de
plata y solo excepcionalmente de oro), ello no empece para que deje
mos de considerarlos como tales (2), si al fin por su configuraci?n, aber
tura, distribuci?n de su masa, proporciones y disposici?n de los remates
para sujetar al cuello las alhajas, por medio de un hilo met?lico o de
otra materia, lo est?n denotando. Lo que ocurre es que sin duda se
trata de algo propio de un arte local y peculiar del noroeste ib?rico, en
que el genio gallego disponiendo relativamente de abundancia de oro
nativo, quiso hacer gala de su originalidad y de su riqueza, apart?ndose
del modelo com?n de los torques usados por orientales y septentrionales.
Porque, pongo por ejemplo, en el orden monumental la mayor?a
de los castros gallegos, de los cuales son ciertamente coet?neos muchos
de los conocidos torques regionales, aun cuando gran parte de estos
campos fortificados puedan proceder de tiempos m?s primitivos, en
algo difieran de los dem?s g?neros de fortificaciones protohist?ricas del
mundo antiguo, ?vamos por eso a dudar de su principal car?cter o
destino de recintos defensivos? Pues ?ste ?repito? creo yo que sea el
caso de los torques en cuesti?n: una singularidad o modalidad del arte
gallego en per?odos de tantas extraflas influencias, justificativa en parte
de lo afirmado por Oviedo Arce, respecto a la existencia de una escuela
caracterizada de orfebrer?a galaica anterromana (3), que prescindi?
muchas veces de fabricar aqu?llos con el metal retorcido, pese a lo cual
no por eso debemos de negarles su condici?n de collar.
Y digo muchas veces, efecto de que al fin en Galicia aparecieron
(1) En estos ganchos, como en los de los torques de Almoster se prender?a un hilo,
pues la rigidez de la pieza no permitir?a como en el caso del torques que trae Rich en su ?Dic
tionnaire des Antiquit?s Romaines et grecques? (3' edici?n), a la p?gina 661, aproximar las
extremidades para enganchar directamente una a otra por medio de aqu?llos.
(2) En la Historia del Traje, por Federido Hottenroth, (Historia Universal, de Oncken,
tomo XV). ?Edad Antigua. Trajes, armas, adornos y vasijas de los galos?, con los n?meros 48
y 54 se publican los gr?ficos de unos collares de fabricaci?n gala que parecen aproximarse
tanto o m?s a los gallegos que a los t?picos torques.
(3) ?Dos Nuevos Torques de Oro?: p?gina 50.