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274 B0LDT1N DE LA REAL ACADEMIA GALLDGA
de el, voluminoso y luciente astro, hasta la, brizna, todo canta, al
Creador. El murmullo confuso de la naturaleza le alaba, y el
silencio le adora:
"Todo o mundo rende a Dios seus luores".
La Iglesia no escrib?a adrede una poes?a religiosa ni cog?a
la lira para que luego se dijese de ?l que sent?a la piedad; no,
La Iglesia no .escrib?a religiosas por sport, sino que le saliaif
con la misma naturalidad con.que le,viene el rojo a las cerezas.
Y pone en sus palabras tal llama y fulgor, que no dudar?amos,
aunque ?l no lo dijese, que es una exhalaci?n de su alma.
La paz del patriarca informaba su edad madura. Suyo es el
canto ?Yen t?, santa Esperanza!:
"Santa, dulce Esperanza,
vivir siniteu amor
?' irse coa ' mudanza
Os mares do dolor.
E dar no chan ingrato ?
cos trunf?s `d? raz?n
xogando a malb?rato
a paz do coraz?n".
De este modo tend?a la niano al gran Mistral, que por aque
llos mismos a?os, bajo el crepit?nte y exasperado''sol de Pro
venza, dirig?a este" ap?strofe" a la raza lati??: "Raza latina, aiza
la frente, que ya en et fondo de tu tinaja hierve la vendimia
purp?rea y va a correr el nuevo vino... Tu eabellera copiosa,
que vuela al aire del Tabor, dice que eres la raza luminosa que
vive de alegr?a y amor alto..: Raza latina, en remembranza de
tus altos destinos, vuelve los ojos a la Esperanza y re?nete bajo
la Cruz!
Este loor que Lorenzo Riber exhum? en el centenario del
natalicio del felibre, espera todav?a la voz quo responda a tan
alto llamamiento.
Aunque de noble abolengo, Francisco M. de La Iglesia, vi
vi? pobre y afegre, si bien algunas .veces tuvo por hermanos a la