228 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
Ya nadie le recordaba., Una pena 'infinita se apoder?, de mi
?nimo al ver el f?cil velo que cubri? de :olvido su nombre y
el de, toda la familia: :
Y que all? naci? es, innegable. Mil veces cdrrete? por la
robleda buscando su grato solaz y: otras tantas escalar?a sus
ramas, f?ciles de alcanzar. Los cruceros benditos, qu? extien
den sus brazos sobre el caser?o;' atrajeron la mirada ardiente
del ni?o, que sab?a amarlos; aunque ignorase que alguno
de aquellos monumentos de la piedad santiaguesa hab?a sido .
tallado por el h?bil cinc?l de Ferreiro. Cruceros centenarios,
'que en m?s de una ocasi?n .ser?an el 'tema 'de 'sus' estrofas.
En las excursiones muchacheriles, resbal? con frecuencia
por el pe?ascal encuestado dos Acidros, en la bajada de la
Selva Negra, a las molinos de Santa Clara. Chapuz?se en
las pintorescas orillas del Sarda y aun atraves? cu?lquiera
de los puentecillos, sobre el tendidos, para dar en la opuesta
ribera y en los montes vecinos.
En la paz ge?rgica de este rinc?n semialdeana, linde
resuenan, entre las voces de los labradores, y el cantar de
los p?jaros, los sonidos graves del reloj de la Berenguela ,y
el bullicioso voltear de las campanas en d?a. de procesi?n mi
trada, aqu?, digo, prendieron sus plumas nuestros mejores
literatos de la pasada centuria;` ellos y ,ellas, ,porque tambi?n
la Pardo Baz?n y la eminente Rosal?a .pusieron a; contribu
ci?n su lirismo exaltado y terr?cola. Entre las influencias
m?s delicadas de resolver yen las biograf?as de nuestras figu
ras se?eras, es ?sta de la raza. Algo si no todo, de lo que
nuestros poetas sienten y cantan sale de la vieja raza gaelaica,
apegada al terru?o, e idealista, que nos da en herencia un
capital de pensamientos, ideas y sue?os, acumulado a trav?s
de muchas edades, por nuestros, antepasados, labradores ,y
marineros.
Ser?a curioso hacer una antolog?a acerca de lo que
sobre esto piensan nuestros escritores. Don 'Francisco Mar?a
de la. Iglesia, desde su nacimiento y en la infancia, sinti? sus
o?dos presos en la dulzura fluvial de los humildes Sar y Sa
rela, y el agua clara que corre con sonido amas? con bondad
su obra. Con el pl?ceme ele los que gustan de grandes com
paraciones, dir? que: la misma m?sica y sinfon?a de ,aguas