z34 joletin de la Real Academia Galtega
tes, a parte de lo que dejamos `consign?do, ?Como : en todo ?nuestro tra
bajo es fuente principal. y casi ?nica:los. libros 'consi?toriales del
Ayuntamiento de Santiago,,,a los cuales venimos refiri?ndonos, sola
mente lo all? consignado podemos relatar, hasta tanto no aparezcan
otras fuentes que nos suministren datos meta .precisos.
En el consistorio de 8 de, Julio de 1706, dan cuenta al Ayunta
miento los senores, capitulares, D. Rodrigo, Carvajal y D. Francisco
Vega, delegados por la Corporaci?n el 23 de Junio, con objeto de sa
ber de los senores De?n y Cabildo con lo que podfan contarTara los
gastos de la guerra. Convinieron en que irfan comisiones de ambas
corporaciones a estar con el senor Arzobispo aver Io.que ?l acordaba,,
pues el Cabildo acatarfa todo ?lo que ?1 dispusiese epara? la comun de
fensa y asistencia para la manutencion y sustento de l? gente y desde
luego estaba dispuesto por su parte a vender hasta l?s calices y patenas.'
Si el desprendimiento del Cabildo ha llegado hasta la prodigali
dad, no ha sido menos expresivo el Arzobispo on esta misma idea, al
afirmar que se desprenderfa de todo hasta de la camisa en defensa de
su rey y senor.
Los monjes de San Martin Pinario no habfan de dar tampoco una
contestaci?n a los delegados que no estuviese en consonancia con an
historia, repleta de obras buenas de todas clases. Les asegura el
R. P. Abad ?quo de muy buena gana concurriria con todos los medios
posibles hasta estrechar los monjes en el sustento, y haria lo propio reco
mendandoselo a los monasterios de la provincia.' (1).
Nuestra Universidad, que tres anos antes, con motivo de la aco
metida angloholandesa habfa sido tan generosa, no habfa de serlo
menos en esta ocasi?n, como efectivamente no lo fu?, pues ha respon
dido al llamamiento, ofreciendo 200.000 reales y sus propias personas.
Todas las instituciones sociales, corporaciones e individuos, han res
pondido al liamamiento hecho para la defensa, no de los derechos de
un individuo a la corona, sino de la patria misma; porque a la altura
que habfan llegado los acontecimientos la defensa de los derechos
individuales din?sticos llevaba consigo la de la patria.
No sabemos los partidarios que tenfa ni las simpatfas que contaba
en Galicia D. Felipe V, pero opinamos que las personas que podfan
tener y hater opini?n en nuestro reino, Arzobispo y Cabildo, Univer
sidad, monasterios y clero en general, defendfan su candidatura, y
algunos, como D. Antonio de Monroy, tal vez fuesen excesivamente
(I) C., fol. 5H2 y 583.