$oletin de la Real ylcademia Gallega r3
ron a bien las escuadras enemigas retirarse de nuestras costas, dejando
la gente gallega en relativa calma por alg?n tiempo.
VII. ?SEGUNDA ESCENA GUERRERA, 17056.?Con la entrada de
Portugal en la guerra, no obstante haber terminado nuestras preocu
paciones al finalizar el a?o 1702 por raz?n de haberse retirado de nues
tras .costas las armadas aliadas, nunca pod?amos, estar seguros los
gallegos de temer que una naci?n enemiga invadiese nuestro territorio.
Al arreciar la guerra a ?ltimos de 1705 hasta el punto de obligar Feli
pe V al duque Hijar, Capit?n General y Gobernador del reino de
Galicia, a que procurase el consentimiento de los municipios para la
enajenaci?n de terrenos baldios, con objeto de subvenir a los gastos
de la guerra, y a pedir rogativas a fin de conseguir por medio ide la
Stma. Sra. la Reina del cielo? el triunfo de la causa com?n, podia verse
bastante el peligro que tal vez habr?an nuestros antepasados borrado
de la memoria (1).
Pero este estado de tranquilidad de ?nimo ten?a que desaparecer,
cuando el alcalde m?s antiguo de la ciudad de Santiago, D. Juan An
tonio de Abraldes, puso en conocimiento de la ciudad (2) un Real
decreto de la Reina, inserto en un Real Despacho de Su Majestad del
Supremo y Real Consejo de Castilla, 26 de Abril, en donde dice: cque
para la defensa de las grandes invasiones y hostilidades que ejecutan
los enemigos despu?s de la p?rdida de la antemural plaza en Extrema
dura, con animo de continuar por el territorio de Espa?a y con peli
gro de que estas invasiones se generalicen, es necesario que armen y
alisten todos los vasallos.? (3). Este toque de atenci?n era demasiado
fuerte para no ser o?do. Sin embargo aun aumentaban estos temores,
y los refiejan los mismos regidores compostelanos en la sesi?n del 26
de Junio, con motivo de la noticia ?de la resoluci?n tomada por el Rey
de marchar a campa?a contra el ej?rcito de Portugal, a vista de los
grandes agravios que hab?a hecho en Extremadura, ciudad de Sala
manca y otros pueblos dignos de remedio.'
Por esta misma fecha se recibi? noticia de que las armadas ?ne
migas, divididas en escuadras, cruzaban nuestros mares aeon ?nimo
de inquietar los puertos'. Est?bamos evocados evidentemente a una
invasi?n por tierra o a un ataque por mar. Era necesario organizar
ej?rcitos con toda presteza para oponerse a la temida invasi?n y defen
(1) C., fol. 1.138, a?o 1705.
(2) En todos los municipios har?an to mismo.
(3) C., fol. 558.
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