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I0 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
primeros perdieron la vida en el cadalso y el tercero la salv?, a pesar
de las diligencias que hizo Enrico para quit?rsela? (1).
Ser?a larga, muy larga, la . relaci?n de numeroslos casos de un ma
yor rigor del Santo Oficio en otros pa?ses, singularmente en Ingla
terra, donde se impuso fuerte censura a diversos pensadores, y sirvan
de ejemplo las condenas de La pathol?gie des emotions, del P. Fer?,
los Dudes de pspchologie du sexe, del profesor Havelock Ellis y De
terminisme et responsabilit?, de A. Hamon, profesor de la Universidad
de Bruselas. En contraste con estas referencias conviene recordar la
interesante obra ?recientemente publicada? de Miguel de la Pinta
Llorente: Las c?rceles inquisitoriales espa?olas,
?Y qu? decir de lo ocurrido a Urbano Grandies, cura y ?can?nigo
de London, acusado de hechicero y autor de la posesi?n de las religio
sas de un convento de dicha ciudad? Famoso proceso juzgado por doce
eclesi?sticos que condenaron a ser quemado vivo al desdichado Gran
dies. Se dijo que los testigos que depusieron contra ?ste fueron ?ni
camente los mismas diablos que atormentaban las religiosas. Bien es
verdad que se aleg? contra tal sentencia que todo hab?a sido una estra
tagema pol?tica del cardenal Richelieu, en venganza de la s?tira escrita
por el desgraciado eclesi?stico intitulada La cordonera de London,
muy injuriosa a la persona y nacimiento del cardenal (2).
?Para qu? recordar ahora cuanto expresan los historiadores ex
tranjeros, franceses, ingleses, alemanes, contra los horrores de la per
secuci?n en sus propios pa?ses? F?cil es comprobarlo en la Historia
de la reforma religiosa en .Alemania, por Bezold; en Die Hcmprozesse
in Deutschland, por Baldi; en Les grands jours de la sur cellerie, por
Baissac; en Demonology, por Walter Scott; en De superstitionibus,
por Mart?n Arl?s, y tantas otras. En resumen, como ejemplar case t"
?anza repitamos lo dicho por un escritor ingl?s en Scoltisll Review:
?Todas las v?ctimas de la Inquisici?n espa?ola no hubieran bastado
para entretener a los cazadores de brujas brit?nicos durante media
siglo?. .
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Era realmente deplorable la situaci?n de Espa?a en la ? ?poca en
que Feij?o se lanz? a sus complicadas aventuras, hasta el extremo ya
apuntado en Retratos de espa?oles ilustres, con un ep?tome de sus
vidas (7181). Cuando se contempla con imparcialidad ?se dice? la
?poca del reinado de Carlos II, no puede menos de gemirse sobre la
degradaci?n miserable en que la naci?n se vi? hundida... Las escuelas
ense?aban por filosof?a y teolog?a una serie de cuestiones vanas llenas ti
de sutilidad y cavilosidades tan ajenas de raz?n como imposibles de
entenderse.
(1) Cartas eruditas, tomo V.?Nueva edici?n:?Madrid MDCCLXXXI.
Carta III. ? Defensi?n de la fe.
(2) P. Feij?o: Reflexiones sobre la Historia.
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