6 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLECA
medidas de car?cter politico ,extra?as a la fe cat?lica, por instigacio
nes del duque de Lerma, favorito de Felipe III, se vi? el P. Mariana
6ometido a proceso, del cual sali? enteramente libre.
Algo an?logo expres? Feij?o en La ambici?n en el sollo, desvir
tuando la, a veces, exagerada adoraci?n a los pr?ncipes, pues procla
m? m?ximas que ientonces pudieran considerarse de extrema arrogan
cia, ?El Rey es hombre como los dem?s, hijo del mismo Padre com?n,
igual por la naturaleza y ,s?lo designal en la fortuna. Oue Dios no hizo
el reino para el Rey, sino el Rey para el reino... Oue como los vasa
llos est?n obligados a ejecutar lo que es del agrado del Rey, el Rey
est? obligado a mandar lo que es del agrado de Dios... Que como los
vasallos son deudores de su obediencia y respeto al Rey, ?ste es deu
dor de su cari?o a los vasallos ?.
No es f?cil ,eneontrar en aquella ?poca textos an?logos en otros
pueblos de Europa.
Parecer? extra?o que Feij?o, que tan atrevidas proposiciones pro
~. piag? en su tiempo, no tuviera que entenderse coin la censura de la
Inquisici?n, tan diligente en la persecuci?n de cuanto afectase al dog
ma. Se cita un solo case), en que tuvo que padecer una leve censura, el
6 'de septiembre de 1739, por estimar ?peligrosa en moral? una sen
} tencia iacerca de las ocasiones pr?ximas al pecado.
ti Emilia Pardo Baz?n, de acuerdo con Men?ndez Pelay9, supone que
la Inquisici?n an el siglo xvin hab?a perdido sus br?os, y aun se afir
k~ ma que no persigui? a escritores, fil?sofos ni sabios, sino a judaizantes,
{ moriscos, beatas iluminadas, brujas, embaucadores y tal cual reo de
Estado, verbigracia, Antonio Perez.
En realidad no hay opini?n definida sobre esste problema.
En nuestro tiempo, ? qu? se ha de decir de la Inquisici?n o Santo
Ofico que no sea de todos conocido?
Lo que de momento interesa es responder a las acusaciones que se
han dirigido ,a Espa?a a causa del funcionamiento de tal Trib?'nal, que
las mismas pueden y deben reproducirse contra los dem?s pa?ses don
de se acogi? dicha insstituci?n, ya que en unos y otros se acumulan en
el decurso de las edades procesos terriblemente tr?gicos; y en Fran
cia desde el famoso tribunal de Toulouse; en Alemania desde Carlo
magno; en Inglaterra, Rusia, Grecia, Portugal, en todo lo que consti
tuy? el mundo cristiano y cat?lico, ese tribunal privilegiado actu? con
m?s o menos dureza, seg?n las 'evoluciones hist?ricas.
Feij?o sufri?, como tantos otros, in tragedia de todos los grarides
?reformadores?. Juan de Dios Huarte, en su Examen de ingenios
(1575), precursor de los problemas de la constituci?n individual en su
relaci?n con el esp?ritu, se anticip? a las doctrinas del positivismo so
bre la influencia del temperamento en la vida an?mica, alcanzando fama
iextraordinaria en Francia, Italia, Alemania e Inglaterra, y, como dice
uno de sus bi?grafos, provoc? en nuestro pals y en Ios extra?os un
grito de esc?ndalo.
Los reformadores del estado social de su tiempo, de sus errores,
de sus falsas creencias, siempre encontraron resistencia en sus con