lo oleltn' de la Real/lcademia Gallega
'tallada yla'brillante Banda Municipal, fueron aplandid?simas justamente por la
distinguida concurrencia que asisti? a la hermosa fiesta` cultural, delnostrand'o
con su entusiasmo que no s?lo de danzones se vive y qu? el esp?ritu que no solo
de pan vive el hombre.
Lisardo, en el mundo hay m?s.
Como n?mero extra, verdaderamente inesperado y grat?si?no, escal? la tri
buna el ilustre poeta espa?ol Francisco Villaespesa, que recit? una bell?sima
poes?a, escrita expresamente para este acto y dedicada particularmente . a los
gallegos emigrados; una p?gina literaria de altos vuelos llena de emotividad, en
la que resalta todos los amables caracteres de la raza gallega: Rsaudosay, traba
jadora y leal.
La ovaci?n tributada al poeta insigne fu? clamorosa; tanto, que hubo de
acceder a seguir recitando y ofrecernos su magistral composici?n ?Alma espa
?iola?, un canto a la. Patria grande, viril, rotundo; matizado todo de bellas ima
genes y de esplendentes evocaciones.
Un n?mero, como digo antes, celebrad?simo por todos.
Nuestra entusiasta felicitaci?n a dos, se?ores de la Academia Gallega y que
no demoren la organizaci?n de fiestas tan hermosas como la de anoche.
La Tribuna, de 28 de Abril de 1919.
ESCRITO DEL. SR. ENRIQUE .ZAS
EL INMIGRANTE Y LA HISTORIA
?Acaso los gallegos tienen historia?
?Esos hombres rudos, de vulgar apariencia, de mediana talla; pero
fuertes y robustos, de mirar azaroso e inquieto que pululan en d?as de
correo por las concurridas calles de las urbes americanas, tienen un
origen definido? ?Tienen pasado?
Si alguien por curiosidad ha hojeado las p?ginas de la historia
nacional, han sido tan pocos y tan oscuros los cap?tulos que tratan de
esa olvidada regi?n, que fuera de algunos episodios sobradamente
conocidos por la, misma imposici?n de su grandeza, nada, elocuente
confirma los magnos principios en que se agit? su constituci?n pol?tica.
Proezas castellanas y aragonesas, llenan las p?ginas de la Historia.
Las gallegas, o bien han sido desde?adas o arteramente pasadas
en silencio por el parcial historiador.
Nada pues tiene de extra?o que el lector desapasionado formule
la interrogativa que ponemos al comienzo de este trabajo. Era pues,
necesario, que los mismos gallegos se ocuparan de dar a conocer la
?