$60 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA ?
entusiasta, toda la isla: Predic? desde p?lpitos ilustres y humil=
des.. Realiz? una noble acci?n cat?lica en discursos, art?culos y
? poemas. ' Dos entra?ables amistades le acompa?aron, una antigua
de recuerdos, la de Jovellanos, cuyas huellas sigui? en el ?castillo
de Bellver y eri todos los rincones de la isla, otra nueva, bien
pronto constante y fraterna, la del poeta, arque?logo y apologista
Quadrado, uno de los paladines del renacimiento literario occi
t?nico.
La belleza de Mallorca cur? a D. Marcelo de su desenga?o de
la carrera acad?mica frustrada y mitig? en su coraz?n el dolor m?s
hondo de la muerta de su amante y amad?simo padre D. Esteban
Mac?as, fallecido seis a?os antes, unos d?as s?lo, para la piedad
filial del futuro autor del ?Paneg?rico de San Agust?n ?. Don Mar
celo, en sus ?ltimos a?os, al so] orensano de largos oto?os del jard?n
de su casa del Couto, recordaba, con placer melanc?lico, sus d?as
mallorquines. Algunas veces,. despu?s de predicar, encontraba en
el' solideo ?l regalo de un par de peluconas. Recordaba las inscrip
ciones de Ios relojes de sol de Ios pueblos, Ios almendros en flor
pintados a?os despu?s por Rusi?ol, el misterio de las grutas, el.
deslumbramiento de las bah?as llenas de sol, y se complac?a en re
petir el refr?n:
?Palma no es palma de gloria,
que es la palma cuya calma
dar? que hacer a la historia?.
Con lo aprendido de labios del maestro, con notas y esbozos de
su archivo y algunas noticias facilitadas por los eruditos baleares
se?ores Sampol y Serra, a quienes expresamosnuestro` agradeci
miento, podemos ensayar la reconstituci?n de la vida y actividades ?
de D. Marcelo en el a?o muy escaso de su estancia en Mallorca.
II
Le cautivaba la belleza de Palma y los recuerdos morunos de
. la casa n?mero 1 d? la calle de Carazas, el ba?o ?rabe de la calle
de Serra, la quieta y luminosa plaza del Rosario. Don Marcelo,
gran lector de Arolas y Zorrill?, en su juventud escribi? muchas
?orientales? a la moda rom?ntica de la ?poca. En sus paseos se
deten?a ante la cruz de piedra del foso`de la Puerta Pintada y le?a