BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA' GALLEGA 59
en la Universidad de Sevilla mereci? el primer lugar de la terna
para la 'c?tedra de Ret?rica y Po?tica de Las Palmas. Hasta las ?
gentes del pueblo, acud?an a la Universidad cuando ejercitaba don
Marcelo, y ?n Sevilla, ciudad apasionada por el buen decir, se le
comparaba a Castelar. Pero el' ministro de Fomento, marqu?s de
Orovio, usando de la letra sino del esp?ritu de la ley entonces vi
' gente, le pospuso a otro opositor. Don Marcelo no acept? la injus
ticia. Su optimismo sufri? un quebranto temporal. Se le ve?a solo
y meditativo en la terraza de su morada sevillana. Era necesario
vivir, sostener a sus familiares, ? los que siempre quiso, especi?l,T.
mente a su santa madre, con encendido amor,.
Estas oposiciones las recuerda otro ilustre astorgano, hijo de
adopci?n de Galicia y entra?able amigo d? D. Marcelo, D. Andr?s ;
Mart?nez Salazar, ?n la biograf?a que precede con el pr?logo del
Magistral de :Mondo?edo D. Juan F.'Migu?lez, a la primera edi
ci?n del Elogio del P. Feij?o (Biblioteca de Escritores Gallegos)
Recuerda tambi?n la Ep?stola Sat?rica, de corte bretoniano, escrita
por D. Marcelo contra Orovio y publicadaen 1879 (Madrid, im
prenta de Francisco G?ngora y Compa??a) y que alcanz? notorie
dad en los medios literarios, y la amistad y patrocinio del marqu?s
de la Fuensanta de, Palma, quien se llev? a D. Marcelo a su tierra
balear. Deb?a esperar hasta 1882, ' a?o en que el . ministro Alba
reda repar? el desafuero nombrando a D. Marcelo catedr?tico de ? ?
Ret?rica y Filosof?a en el Instituto de Jovellanos, de Gij?n.
El marqu?s llev? a D. Marcelo m?s como amigo que como pre
ceptor de sus hijos, y le facilit? con sus relaciones los caminos del
p?lpito?y del estudio. Don Mariano Conrado y Asprer de Neuburg, .
teniente de nav?o de la Armada y descendiente de familia genovesa
establecida en Palma desde los comienzos del siglo xvii, deb?a su
marquesado, concedido por D.' Isabel II a'instancias del Cap?tulo
de Palma, al regalo de la piedra de su finca r La Fuensanta ? para
la construcci?n de la' nueva fachada de la catedral de aquella
di?cesis.
Si el acendrado humanismo de D. Marcelo, maestro sutil, y
docto en ambas antig?edades, griega y latina, disfrut? del espec
t?culo de las ruinas cl?sicas, del mar azul de Ulises, de los paisajes
envueltos en la c?lida luz mediterr?nea, m?s goz? el sacerdote y el
? esforzado apologista conociendo el vivir' antiguo, sencillo y piadoso
de los mallorquines, evocando a Ram?n Llull, la Reconquista, las
navegaciones y el brillo de la Iglesia: balear. Recorri?, curioso y
?