1 oletin de la Real, Academia Gallega. 27
Enmudecieron los juglares y trovadores que llevaban de corte en
corte y de alc?zar en castillo las dulzuras inefables de nuestra habla
regional; y los poetas que surgen en pos de ellos, m?s sedentarios,
m?s cortesanos por as? decirlo, atemper?ndose al nuevo y favorable
ambiente, balbucean una lengua embrionaria y casi inarticulada. A
las c?ntig?s de amigo suceden las pretenciosas narraciones; a las trovas
amorosas los ?picos relatos... Esto, en lo exclusivamente literario; en
lo dem?s, testamentos, donaciones, privilegios y contratos extendi?
rouse en la nueva lengua. Del centro ven?an a la periferia los encar
gados de redactarlos y de hacerlos cumplir. La uniformidad centralista
y centralizadora comenzaba, empezando por arrinconar, sobaj?ndol?s,
las lenguas regionales, principalmente la gallega que s?lo en Portugal,
ya independizado, alc?nz? a verse libre de extrafias ingerencias, mar
chando sefiera y altiva a su engrandecimiento y perfecci?n.
Cuatro siglos permaneci? aherrojado el galiciano idioma. Las
frecuentes luchas con Portugal, desde el siglo xu al xvu, acabaron
por distanciarnos de 61 mucho m?s que de otros pueblos meta lejanos;
al continuo ir y venir de trovadores y caballeros sucedi?se un hosco
apartamiento mutuo. La poes?a trovadoresca dej? de ser; Ios constan
tes amagos, del nuevo reino lusitano sobre las provincias gallegas,
hicieron que los nobles descontentos de sus reyes o enemigos de ellos,
antes se refugiasen en Francia que en Portugal...; y as?, cuando Gali
cia, en el pasado siglo, quiso recoger los restos de su idioma, un d?a
tan rico y prepotente, para exaltarlo de nuevo a las excelsitudes de
lengua literaria, encontr?se con que su l?xico, gala y encanto un tiem
po de cortes y palacios, se hab?a ref ugiado en los caser?os aislados, en
las oquedades de nuestras montafias o en la feracidad riente de nues
tros valles y que no era otra cosa ya que mis?rrimo vehiculo de nece
sidades de expresi?n muy limitadas, como de las gentes, al fin, que lo
hablaban, de escasa comunicaci?n con el resto del mundo. Ir a buscar
en Portugal lo que aqu? no ten?amos, no era l?gico ni era pr?ctico;
aunque su lengua era la nuestra, mientras nosotros no hab?amos
pasado de Macias y Rodriguez del Padr?n, nuestros vecinos, de evolu
ci?n en evoluci?n, de progreso en progreso, aquilatando, enriquecien
do y, depurando su idioma, lograron verse escalar las m?s gloriosas
alturas con S? de Miranda y Luis de Cam?ens. Portugal podia ya
mirar con leg?timo orgullo su pasado y desafiar victorioso el porve
nir; Galicia, entre tanto, afiorando tal vez los d?as de su fiorescencia
trovadoresca, malbarataba su inspiraci?n en toscos y menguados ro
mances sat?ricos, coplas de actualidad generalmente, que no consti