oletin de la Real ylcademia Gallega 141
las coronas que entretej?is con las flores recogidas en sus amenos jardi
nes, honra perdurable de vuestros afanes.
He dicho. MANUEL LAGO GONZ?LEZ.
?
DISCURSO DEL EXCELENT?SIMO SE?OR
DON LEANDRO DE SARALEGUI Y MEDINA
SE?ORES:
`.l Galicia, tan rica en recuerdos, poseedora de tantos tesoros hist?ricos,
literarios y art?sticos, tan apta para los avances de la cultura y el progre
so humano, y, en una palabra, no menos digna de ser estudiada y enal
tecida, por todos conceptos, que la primera de nuestras distintas regio
nes peninsulares, es, tal vez, si no la ?ltima, una de las menos atendidas
y m?s olvidadas de todas ellas,, hasta el extremo de no haberse borrado
todav?a del com?n pensar y sentir del restro de Espa?a, ?por mucho
que nos hagamos la ilusi?n de creer lo contrario?, las viejas y tenaces
preocupaciones de que hemos sido objeto mucho tiempo y de que debiera
haber desaparecido ya hasta el recuerdo.
Grande es, ?aunque no carezca completamente de disculpa?, la
parte que, en ese estado de opini?n, nos compete a nosotros mismos,
quiz? m?s resignados, ap?ticos o sufridos de lo que las circunstancias,
la dignidad y los intereses del pa?s gallego exig?an de nosotros, sin des
conocer ni por un solo instante siquiera, en lo que a m? se refiere, el
m?rito indiscutible de los esfuerzos realizados, en particular desde el pro
medio de la ?ltima centuria, para levantar el esp?ritu y fortalecer el sen
timiento del propio valer en los naturales de las cuatro provincias her
manas, que me complazco en reconocer y elogiar el primero.
Mas, aun as?, no admite r?plica, por muy triste que . sea confesarlo,
que Galicia no est? todav?a, ni con mucho, a la altura del progreso cien
t?fico y literario de otros antiguos estados independientes de la Pen?nsu
la, con los que puede y debe aspirar a competir dignamente.
Fuerza es decirlo.
El campo fecundo y espacioso, como pocos, que ofrece nuestro
pa?s a los estudios y las investigaciones prehist?ricas, s?lo por muy con
tados, si bien ilustres exploradores, ha sido reconocido hasta ahora, sin
fruto alguno comparable al venturoso hallazgo de los primeros silex