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i38 ljolettn de la Real jkcademia, Gallega
tima, si bien no por su desarrollo en el campo de las letras, me ha pare
cido siempre (y perdonad me si juzg?is que exagero) la m?s hermosa de.
las lenguas neolatinas y aun acaso la m?s bella de cuantas se hablan en
el mundo. Y yo creo, se?ores, que ser? de vuestro agrado un elogio de
esta lengua gallega, desconocida de muchos espa?oles y despreciada por
otros, maltratada por alg?n literato eximio a quien le eran familiares
idiomas extranjeros y a quien deben las letras castellanas libros de trans.
parente y pl?cido caudal, pero honrada con los estudios de otros litera
tos eminentes que todav?a son honor de la lengua de Cervantes,, y de
sabios fil?logos extranjeros que, al mismo tiempo que ahondan en los
misterios de la glotolog?a indoeuropea, no se desde?an de consagrar
trabajo perseverante a desentra?ar los tesoros del habla en que cant? el
Rey Sabio los loores de Santa Mar?a, y.nuestra dulce Rosal?a Castro las
amarguras y alegr?as de su coraz?n, la belleza de nuestros campos y
vegas y los ?ntimos y delicados sentimientos del alma de Galicia.
Hablemos, pues, del idioma gallego.
Al descomponerse el lat?n vulgar de los primeros siglos medios, ?
entre las luchas de la reconquista espa?ola, mientras las lenguas antiguas
de la pen?nsula ib?rica se apagaban casi del todo en los labios de nues
tra raza, y con la sonora y rotunda del Lacio se mezclaban acentos ger
m?nicos y ar?bigos, nace en estas cumbres del Norte la lengua gallega,
como si para crearla hubiera sido necesario que se juntaran y reunieran
el hablar suave y misterioso de los celtas, el rotundo y magnifico de los
griegos, el puro y brillante de los romanos, el rudo y en?rgico de los
suevos y los godos y el ardiente y apasionado de los ?rabes. Pero entre
todos esos elementos prevaleci? el latino, con su precisi?n y grandeza,
semejantes a las l?neas de la arquitectura de la Roma cl?sica, y de tal
modo los domina y tan vigorosamente los funde todos, que la lengua
nueva, vaciada en aquel, molde, conserva las bellezas de sus predeceso
res, limpia de sus defectos. As? igual? el gallego al griego en el uso del
art?culo, en la dulzura de los diptongos y en la viveza de las s?labas con
tractas; as? imit? al c?ltico en la vaguedad misteriosa, a las lenguas ger
m?nicas en la fuerza y al ?rabe en la ligereza y brevedad de la frase;
pero el lat?n era su alma y su coraz?n, y le di? a torrentes la vida y el
vigor y el fuego de la elocuencia y la luz clar?sima de una expresi?n
exacta y perfecta.
El gallego primitivo, como todas las lenguas en su origen, no nos
ha dejado monumentos. Habl?banlo nuestros abuelos antes que hacia
las monta?as c?ntabras y la llanura central se modulasen los primeros
vocablos castellanos, y ?l influy? sin duda en la formaci?n; de esa otra