1.34 Dolefin de la Academia Gallega
ca religiosa, y alegando para descargo de esta falta la influencia
casi irresistible del ambiente en que el arte se desenvolv?a en "su
? tiempo; uniendo a esto los sugestionadores credos de la orquesta
con sus adelantos tan atractivos para la fantasia de un artista,
juzg?ndole en el terreno puramente musical, no puede negarse que
ten?a mementos afortunados, inspirados y de efecto en sus obras,
gran soltura para manejar la orquesta y originalidad en muchos
casos, pero siempre dentro del g?nero libre come queda dicho. Por
su manera de sentir el art.?, inclinaba y sebgu?a de cerca en alga
nas cosas a Verdi, que por entonces estaba en boga con su pri
mera colecci?n de Operas. Tiene arias de tenor, de bajo, etc., que
muy bien pueden parangonarse con las del maestro italiano, y en
algunos salmos en que el ?rgano une sus clarines a la orquesta, se
encuentran pasos de bravura, harmonizaci?n y modulaciones de
efecto,grandiose y sorprendente.
Durante el tiempo de los maestros L?pez y Palacio ' el ean
pleo de la orquesta en las funciones del culto lleg? a rebasar los
? l?mites de lo prudente, y rayar en el abuso. Durante el octavaro
del Corpus, adem?s de Wear la misa mayor, hab?a lo que llama
ban siesta, esto es: de dope a una tocaba la orquesta conciertos,
cada d?a un solista un instrumento, alternando con el canto de
villancicos; de una a dos, cuartetos cl?sicos, por los instrumentos
de cuerda, y de dos a tres, el Organ() s?lo. Por la tarde, antes de la
Reserva, se cantaba una aria con cores y orquesta y, aparte de esto,
en todas las solemnidade.s, al ofertorio de la misa se tocaban sin
fonfas, conciertos, etc. Todo esto se hac?a por re?lzar el esplen
dor del culto, y hasta tal punto se aquilataban los detalles que los
profesores . de la orquesta estaban obligados a vestir el frac siem
pre que ten?an que actuar en el coro de la iglesia.
No podia ser m?s recta ni m?s digna de alahanza la intenci?n
que ,guiaba al Cabildo que tales cosas dispon?a; pero hemos de
reconocer que no iban acertados, a pesar de su buen celo, y el
tiempo se encarg? de hacer patente esta verdad, no s?io con la
depuraci?n del gusto art?stico, que iba poniendo en evidencia
ciertos anacronismos, sino con los abuses del poco devoto p?
blico, que concurr?a a estos actos m?s bien por pasar el rate
oyendo m?sica que por dar culto y reverenciar a Dios con la mo
destia y recogimiento propios del lugar sant?. El mismo Cabildo,
eonvencido de estos inconvenientes, suprimi? las audiciones musi
cales, semiconciertos sacros, y limit? el uso de la orquesta a los
actos lit?rgicos que lo permiten.
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