30 IIOLET?N DE LA IIEAL ACADEMIA t ALLEGA
sada en su defensa: flector adest, secumque Deas in praelia du
cit... (1).
Desgraciadamente ese lenguaje insultante entre publicistas de di
versa ideolog?a no fu? exclusivo sistema del tiempo de Feij?o, y casi
en nuestros d?as un insigne fil?sofo como Max Nordau, al revisar
nombres de conocidos intelectuales de su ?poca, se complac?a en com
prenderlos en una. clasificaci?n diagn?stica, con las calificaciones de
imb?cil, idiota, degenerado, loco peligroso. (Hay quien supone que
este ?ltimo adjetivo pudiera aplicarse al propio Max Nordau).
Estas luchas m?s o menos fuertes entre los escritores y pensado
res de divergentes opiniones :son . de todos los tiempos.
Recordemos que en los d?as de Feij?o el papa Clemente XIV es
cribi? unas Cartas, traducidas al castellano (la edici?n que examina
mos es quinta impresi?n, Madrid, 1784) que se . hicieron famosas, y
en una de ellas, dirigida a un m?dico, le dec?a: ? Amigo m?o, ,usted g
ver? por las memorias adjuntas de sus colegas como se despedazan a
mordiscones y que el estudio no nos libra de las flaquezas que van
pegadas .a la humanidad... En todos los siglos ha habido combates li
terarios, bien sonrojosos para la raz?n y para el juicio. Los hombres
do talento conocido se parecen a Ios mastines que desprecian el aullido
y griter?a de los perros chicos: ninguno que es verdaderamente gran
de, responde a los cr?ticos?.
Alguna de esas Cartas pudiera comprenderse en .el mismo titular
de las de Feij?o: Cartas eruditas. La que queda referida ostenta como
fecha 5 de noviembre de 1756, en el convento de los S. S. Ap?s
toles (2). 1
La tarea de los m?ltiples impugnadores de Feij?o fu?, en parte,
. enervada por las contraofensivas de numerosas y significadas perro
nulidades identificadas con el sabio benedictino, entre las cuales se .
hace referencia al P. Flores, P. Isla,, PP. Moedanos, el P. Codormin,
el obispo de Segorbe, Fr. Alonso Cano, P. Miguel de S. Jones y,
aparte de la simp?tica figura de Mart?n Mart?nez, la muy excelsa del
? P. Mart?n Sarmiento.
Es indudable que la acci?n del P. Feij?o para perseguir tantas y
tantas supercher?as tuvo alguna eficacia, pero no por ello so extinguie
ron ni entonces ni despu?s.
Desgraciadamente, aun se necesitar?a en nuestros tiempos que se
multiplicasen nuevos Feij?o que se decidieran a imitar el ejemplo del
famoso benedictino lanz?ndose a duro combate contra tantas y tan
, tas supersticiones que ?l procur? enterrar y que aun aletean sobre las
almas sencillas. Por ello, un erudito escritor de estos d?as, el P. F?lix
Garc?a, lament?ndose de tal plaga escribe: ?Hay gentes piadosas que
(1) P. Feij?o: Guerras filos?ficas.
(2) Carta XCII. ?'Tomo II. ? Cartas importantes del papa Ciernen.
teXIV. (Ganganelli).
1