poletta de la Real ,kcadernia Gallega 183
sos; y que, si sobre todo esto le quisiesen hazer algun agravio y ofen ?
sa, se avia de defender corno' pudiese, protestandoles los da?os que
dello resultasen, que fuesen a su quenta. Siempre de all? adelante, se
vel? Don Luis Dasmari?as en su navio, teniendo listas las armas, y
cargada la artilleria, guardandose de dia y de noche; y no se engall?,
por que los de Macau, determinaron salirle a buscar y prender; y para
ello, el mismo capitan mayor con algunas fustas, y otros nav?os y
gente con gorguzes, espingardas y verseria, vinieron un dia (que les
pareci? estarian los Castellanos descuydados) a dar sobre don Luis
Dasmari?as, que rezeloso de lo que avia de suceder, se hall? con las
armas en la mano, y viendo que la armada Portuguesa le acometia,
comenz? a jugar su mosqueteria y arcabuzeria, y de algunas piezas,
? tan apriesa, que haziendo grandisirno da?o en sus contrarios, y en el
navio en que venia el capitan mayor, matandole un paje, que eslava a
sus espaldas, y 'otras personas, se retir?, y los dem?s nav?os de su ar
mada, y hiiieron alto desviados de don Luis que no los quiso seguir,
sin? estarse a la mira; y no se atreviendo a bolver a acometer, dieron
la buelta a 'Macao, y don Luis Dasmarinas se meti? en el puerto del
Pinal; donde le pareci? estar?a con mas seguridad.?
Aqu? recibi? las noticias que esperaba de D. Francisco Tello, el
cual, no disponiendo por entonces de ninguna nave de importancia,
no pudo hacer otra cosa gire enviarle otro junco para que en ?l se vol
viese a Filipinas y dejase para mejor ocasi?n la empresa en que esta
ba empe?ado.
D. Luis, vi?ndose sin barcos y sin tripulantes, pues los que no pe
recieron en los naufragios murieron en su mayor parte de enfermedad,
acept? los consejos de Tello, y repartiendo en ambos juncos la gente
que le quedaba, regres? a Manila.
As? fracas? la jornada de Cambodje, con tantos alientos comen ?
zada, y a laque, indudablemente, U. Luis hubiera dado feliz t?rmino
si los elementos no se le mostrasen siempre tan contrarios.
De esta famosa expedici?n se ocupan muchos autores de aquella
?poca, en especial el Dr. Antonio de Marga, que la relata extensa
mente en su citada obra.
Don Luis continu?'residiendo en la capital con diferentes cargos
de guerra, y al ser nombrado Gobernador de los sangleyes cristianos,
se traslad? a Binondo, pueblo habitado por ?stos, situado frente a Ma
nila, de la que solo le separa el rio.
En dicha localidad se encontraba al estallar la sublevaci?r gene
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