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Dolettn de la Real kkcademia Gallega 219
Guarda la fe su alma pudorosa
como la esencia el cristalino porno, ?
y es, cual la de un cometa, luminosa
la huella leve de s? pie de gnomo.
Del azahar el aroma penetrante
no embriaga m?s\que el quo su aliento exhala,
ni la palmera esbelta y arrogante
la gallardia de su talle iguala.
Su voz, que es ? la vez canci?n y lloro,
nota de guzla y vibraci?n de lira,
tiene los ecos de celeste coro,
el murmullo del aura que suspira,
los sollozos del ni?o que se queja,
la magestad de un himno de victoria,
la tristeza de un canto que se aleja,
el comp?s de una marcha hacia la gloria,
los arpegios del ave en la enramada,
toda la escala, en fin, todos los ruidos
de esa gran sinfon?a al par cantada
por los mundos, las arpas y los nidos.
Decid si es posible imprimir al verbo humano mayor sonoridad y
brillantez; si hay lengua en que puedan ser superados los prodigios mu
sicales que Curros realiz? con la castellana.
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Pero la naturaleza tropical el mismo lujo despliega al pintar alas y
plumas de mariposas y p?jaros que al jaspear pieles de fieras y reptiles :
con igual fruici?n vierte perfumadas esencias en el c?liz de la flor que
destila mortales ponzo?as en el diente del ofidio con la'misma exhube
rante profusi?n llena la selva de bals?micos aromas que difunde en el
aire enervadores y mort?feros miasmas. Ese aspecto siniestro de los pa?ses
del sol cant? tambi?n Curros con un derrroche de br?o y fuerza s?lo
comparable al pujante vigor cbn que crece el ?rbol maldito, en cuyas
ramas prendi? el poeta sus c?lidas estrofas.
Me lo cont? un pielroja cazado en la Luisiana:
cuando el Se?or los bosques de Am?rica pobl?,
dej? un espacio est?ril en la extensi?n lozana,
y en ese espacio yermo, de arena seca y vana,
donde no nace el tr?bol ni crece la liana,
el diablo plant? su ?rbol y lnego... descans?.