José Fontenla Leal
BOLETÍN DA REAL ACADEMIA GALEGA
ver sobre mí las bascas del cretinismo gallego en forma de insulto y calumnias que tuve que devolver golpe por golpe, defendiéndome en el Diario de la Marina, en La Unión Española, en El Comercio y en el citado semanario Galicia, en todas partes, en fin, donde llegó la conjura a los que odian en mí al demócrata que les profetizó la pérdida de España a los partidarios de Romero y Cánovas y Sagasta, y al gallego que no perdonó ocasión de enseñar buena criadía á sus paisanos. Esos cobardes, que no tuvieron valor para insultarme en Tacon cuando cara á cara les afeé su conducta conmigo, esperaron á ver impresa mi carta á Salinas para echárseme encima acusándome de ofender á todos los emigrantes, de llamar chusma á toda nuestra colonia, de haber querido solicitar la protección de la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Galicia para la Tierra Gallega, que vivió y murió tan pobre como dignamente. A todo contesté de un modo cumplido y contundente en artículos y con documentos que V. habrá visto y verá reproducidos en Galicia; pero esta campaña de defensa me robó tiempo y no pude contestar á V. Tampoco, á la verdad, tenía nada que decirle placentero y satisfactorio. Para ello tenía que ver al Sr. Baños, y éste, ante los ataques, que me dirigiera, temiendo que en el Centro Gallego surgiera algo que comprometiera su presidencia, dejó de verme, viniendo sólo a felicitarme por mis trabajos en defensa cuando ya tenía á la masa de canallas bajo mis pies, convicta de calumniadora. Como es natural, aproveché para hablarle de su asunto. Le dije que me había comprometido con V. al decirme la última vez que le había visto que iba á escribir á V. y que no lo había hecho, según se desprendía de la carta última de V., que le presenté y leyó. Se disculpó con lo de siempre: que las obras de la casa de salud le roban todo el tiempo; que, además, esas mismas obras agotan todo el dinero del Centro y no le queda excedente para dedicarlo á la reimpresion de la Historia, y, por último, que hoy, 20, acudiría á verme para decirme lo que había de indicar yo á V. en definitiva sobre el asunto, que probablemente sería que desde luego procediese V. á la entrega del manuscrito para su inmediata reimpresión, pues ya habría dinero en caja. Son las 9 de la mañana y todavía no cumplió su palabra; á las 10 tengo que cerar esta carta para que llegue al vapor que hoy sale. En ese estado estan las cosas. Veremos si en la hora que resta viene por aquí ó si le escribe á V. hoy, sin verse conmigo, como es posible. De todos modos, yo no dejo de la mano el asunto, asediando por medio de los amigos á la directiva para que resuelva pronto y favorablemente todo lo que le atañe: no hago más por serme absolutamente imposible, dado mi alejamiento del Centro de donde me separa mi dignidad. A no tener el interés que tengo en que á V. se le sirva, hace tiempo que hubiera roto con el Sr. Baños, cuya conducta viene siendo, en lo que á mi respecta, la de una persona bastante sospechosa, desde que le ví autorizar un artículo contra mí en El Comercio, publicado por el director de este periódico, que es compañero de bufete del Sr. Baños. Semejantes perfidias, no las tolera mi carácter y sólo pensando en V. puedo olvidarlas. Cuando leí su última, me indigné al saber que no le había escrito, como me prome
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Nº 362